TEATRO › XIMENA ROMERO HABLA DE SU OBRA A ORILLAS DEL SILENCIO
La palabra hecha cuerpo
La palabra hecha cuerpo
Formada en Europa en el Action Theater, Romero toma la obra de Alejandra Pizarnik como punto de partida para su espectáculo.
Por Cecilia Hopkins
A orillas del silencio, obra de Ximena Romero, toma la poesía de Alejandra Pizarnik como punto de partida para dialogar con algunos de los temas que atraviesan la obra de esta poeta nacida en 1936 y muerta en 1972 por propia decisión. Formada en Europa en la disciplina que Ruth Zaporah, su creadora, llamó Action Theater, Romero vivió quince años entre Alemania y Francia. Hoy la sigue seduciendo la idea de ocupar espacios no convencionales con la danza y crear desde lo interdisciplinario. En la concepción de A orillas… trabajó juntamente con la coreógrafa y bailarina María José Trucco, luego con Gabriela Rodríguez, a quien “pasó” su experiencia. Porque, durante las primeras funciones, el espectáculo fue interpretado por la propia Romero, en tanto que ahora es el turno de Rodríguez.
Los textos que se utilizan en escena son pocos, apenas unos fragmentos de “Puerto adelante”, “Casa de la mente” y “En esta noche en este mundo”. Pero muchos de los aspectos de la obra de Pizarnik a los que alude el espectáculo se afianzaron después de leer los diarios de la autora: “Todos sus diarios hablan del deseo de escribir desde la propia experiencia”, afirma Romero en una entrevista con Página/12.
De esos escritos también surgió la idea de escribir durante la performance así como de tomar al público como interlocutor: “Se lee en sus diarios el deseo de estar acompañada –asegura la directora–, pero le costaba muchísimo mirar a los otros a los ojos.”
–La figura de Pizarnik fue tomada para muchas experiencias escénicas. ¿Qué motivó su elección?
–La elegí por radical, por obsesiva y apasionada. Y porque su escritura tiene cuerpo: no solamente por su intensidad, sino porque en su poesía el cuerpo aparece todo el tiempo.
–¿De qué manera?
–Desde muchos puntos de vista. Nosotras tomamos una idea que está presente en muchos de los textos: el cuerpo como un lugar en el que se pueden encontrar otros sentidos.
–¿Sentidos o sensaciones?
–Sentidos como significados diferentes y también como cosas a ser sentidas. Vimos al cuerpo como algo que hay que saber descifrar para entender qué nos está diciendo. Y también al cuerpo como un lugar inhabitable. En sus diarios, Pizarnik hace mención al horror que siente al habitarse, a ser su propio huésped, su pasajera, su lugar de exilio.
–El cuerpo como un lugar no deseado…
–Y como un lugar donde aparece lo indómito, lo que escapa al orden de lo racional. Desde el movimiento encontramos una forma de expresar este descontrol. Por otra parte, el cuerpo es el camino para contactarnos con los otros. Todo lo que sabemos de nosotros mismos es a partir del encuentro con el otro.
–Escrita, proyectada o dicha, la palabra está muy presente en el espectáculo…
–Es que Pizarnik habla mucho acerca de la palabra, le da un espacio enorme en su obra. A partir de la lectura de su obra, nosotras interpretamos que su obsesión por el lenguaje tenía que ver con encontrar la palabra justa para expresar algo que, en realidad, es inexpresable. Por eso nos da la sensación de que ella agotaba el lenguaje, pero sin llegar a darle entidad a lo inconmensurable. A pesar de esto, ella deseaba vivir desde la escritura.
–¿Desde una experiencia literaria?
–Pizarnik creó su vida y su mundo a partir de la palabra escrita. Una frase de sus diarios es clara en ese sentido: “Ojalá pudiera vivir solamente en estado de éxtasis haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo”.
–¿En qué medida comparte esta pasión por la palabra?
–Personalmente, yo querría tener una vida con menos palabras y más experiencia. Creo que las palabras están muy gastadas y vacías de tanto repetirse.
–¿A qué experiencias se refiere?
–A experiencias diferentes a las que se puede llegar a través del lenguaje de lo hablado. Porque la palabra es siempre un recorte, siempre se dice una parte de lo que se quiere decir. Hasta se podría radicalizar esta idea y afirmar que con la palabra se miente siempre.
A orillas del silencio: Entre el trazo y la escritura
por Jimena Cecilia Trombetta
Tranvías y Deseos
http://www.tranviasydeseos.com.ar/index.php?option=com_k2&view=item&id=3191:a-orillas-del-silencio-entre-el-trazo-y-la-escritura&Itemid=140
12-7-2012
Tranvías y Deseos
http://www.tranviasydeseos.com.ar/index.php?option=com_k2&view=item&id=3191:a-orillas-del-silencio-entre-el-trazo-y-la-escritura&Itemid=140
12-7-2012
La obra A orillas del silencio dirigida por Ximena Romero y actuada por ella misma las primeras cuatro funciones, comuna la poesía de Alejandra Pizarnik con el cuerpo.
Con muy pocas palabras dichas, solo las mínimas para referir a la poeta, proyecciones de paisajes, sonidos y oraciones y el cuerpo de Romero, A orillas del silencio logra generar clima y reflexión filosófica que expone la angustia existencial de estar escindidos en nuestra comunicación. Letra y cuerpo, espíritu y lenguaje nunca se condicen plenamente.
Esta obra creada desde el texto disparador “Dificultades barrocas” de Pizarnik, logra expresar desde el cuerpo esa misma dificultad que señalaba la poeta al no poder decir ciertas palabras. En el no- decir el cuerpo se hace presente con espasmos, con movimientos que rompen la lógica sintagmática de la frase, aún más de lo que la puede trasgredir el acto poético.
Ximena Romero permanece sola en el escenario, deambulando, expresando, y ejerciendo cambios sobre la poca materia que compone la escenografía: algunas hojas, un rollo de papel y un grafito.
Lo performático, la kinesis, los sonidos, los paisajes proyectados serán los medios que transportan ese no-decir, esa brecha fundamental entre la cosa y el lenguaje. En este punto, una vez más el arte logra ampliar los límites del lenguaje. Y es desde el cuerpo de Romero y su escritura compulsiva en escena, donde logra superar lo que escribe para generar la tensión dramática desde el trazo, desde el modo de escribir.
Aun así, la obra llega a un dilema, en tanto que ese trazo debe ser roto, porque solo queda una huella de él justamente en aquello de lo que se quiere huir: la palabra, reducción, en este caso, de todo lo expresado en cada instante corporal.
A Orillas del Silencio
Performance-Dirección-Coreografía: Ximena Romero Video-poemas: Carola Reboredo Música original: Miguel Rausch Diseño de iluminación: Eduardo Safigueroa Diseño de vestuario: Maria Fridman Colaboración artística: María José Trucco Arte gráfico: Corina Coria Foto y vídeo:Leonardo Neumann. Prensa: Simkin y Franco.
“la casa mental
reconstruida letra por letra
palabra por palabra
en mi doble figura de papel
atraviesa el mar de tinta
para dar una nueva forma
a un nuevo sentimiento
abre la boca
verde de sin raíces
la palabra sin su cuerpo
un nuevo orden musical
de colores de cuerpos de excedentes
de formas pequeñas
que se mueven gritan dicen nunca
la noche dice nunca
la noche me pronuncia
en un poema”
Esta obra surge luego de un extenso trabajo de investigación de la artista Ximena Romero y la psicoanalista Silvia Weitzman, partiendo del texto “Dificultades barrocas” de Alejandra Pizarnik, tratando de decir con el cuerpo, hablar con el movimiento, con el silencio, o en un grito de desgarro, de incorporar la palabra para poder expresarla, jugar entre estos dos mundos, para unirlos y comunicar; a veces no hay nada qué decir y se habla y otras veces hay tanto que decir… y ese decir es de otro y me apropio de ese texto, lo decoro, lo interpreto, me atraviesa y lo expulso a través de mi cuerpo, de mis sentidos , de mi arte y mis aconteceres, lo muevo en mis brazos, baila en mi y lo entrego…
Es una obra de teatro físico, el trabajo está en la frontera entre el teatro y la danza. Durante el primer mes la performance la realiza Ximena Romero y el segundo la llevará a cabo la bailarina Gabriela Rodriguez, quien ha recibido el material ya investigado de su colega, haciendo que sea en un punto un traspaso de subjetividades, para que luego su cuerpo tome la palabra. La música ayuda a crear el clima abismático que proponen las letras de Pizarnik, los submundos, el pensamiento que se apodera, envuelve en paisajes oscuros y encarcela como un reloj, a la vez que explora lo inabarcable. Las luces por momentos siguen este proceso, se juega con las sombras, se crean cuadros, y por momentos no se entiende tanta luminosidad en el escenario. Se proyectan video-poemas, con imágenes simples y palabras fuertes, que se repiten, resuenan; una buena combinación para esta poesía cruda y surreal.
http://www.asalallenaonline.com.ar/teatro/criticas/4231-a-orillas-del-silencio.html
Comencemos por el disparador. “A orillas del silencio” nace de la investigación sobre un texto de la poeta argentina Alejandra Pizarnik titulado “Dificultades barrocas”. Pizarnik nos dice aquí, a propósito de una anécdota, en la cual se encontró totalmente imposibilitada de expresarse: “tal vez, con el lenguaje del cuerpo le hubiera dado algo equivalente a la palabra écrire”. Entonces, “A orillas del silencio” es un espectáculo que indaga en los límites del lenguaje, en ese intersticio en el que las palabras no bastan, en ese momento en el que el cuerpo es necesario para decir algo. Lo que se busca: el silencio, el lugar donde no hay lenguaje, sino cuerpo e imagen. Nada mejor entonces para llegar al silencio que lo performático. La guerra será por la vida, una lucha silenciosa entre el cuerpo y la palabra. Pero no será temible, sino necesaria, amplia, agotadora y enriquecedora. .
Hablamos de un espectáculo. Sí, un espectáculo, no una obra. El texto está presente mínimamente, pero no dirige, acompaña, abre puertas, brinda sensaciones y movimientos. Al comienzo, las luces y la música guiarán en tensión la gran danza de Ximena Romero (performer y directora), quien nos transportará durante largos minutos al baile del cuerpo, a la torsión del que pelea por decir algo y no puede. Luces, música, sombras y danza. No se dirá una palabra: en el comienzo, será el cuerpo quien hable; ya que las palabras sin cuerpo, no podrán comunicar. Con el transcurrir de la danza, el lenguaje comezará, poco a poco, a salir a flote.
Cuando uno ya empieza a preguntarse dónde entra Pizarnik, digamos materialmente, justo en ese momento, “A orillas del silencio” nos golpea donde duele: en la existencia. Luego de la danza, algo tribal, lúdica y necesaria, vino lo que podría ser “la” escena. En el fondo, en la pared blanca, un hermoso video-poema (creado por la artista plástica Carola Reboredo) nos hará ver -y leer- sobre imágenes diluidas y líquidas, el poema de Alejandra “La casa de la mente”: “La casa mental / reconstruida letra por letra / palabra por palabra / en mi doble figura de papel”… Aquí se logra romper todo lo gélido que muchas veces aprisiona al arte conceptual y al teatro moderno. Mientras leemos, vemos a Ximena Romero metiéndose literalmente con todo su cuerpo en el papel, en el poema, en el lenguaje. El papel, único, entero, se romperá en dos y habitará la casa mental: será vida.
La performance de Ximena Romero es emocionante, aunque tal vez la primera parte se extienda demasiado. Los video-poemas son una delicia para la vista atenta, al igual que las luces y sombras, verdaderas estrellas (diseñadas por Eduardo Safigueroa) que parecen querer cobrar vida. Aquí viene la dificultad enriquecedora: el cuerpo de la actriz se vuelve escenografía, los videos se vuelven escenografía, y la música (original y percusiva, creada por Miguel Rausch) juega al silencio. En escena no hay nada más que lo necesario, dos rollos de papel y la actriz. Vale la pena también seguir el trabajo de investigación artística que se realiza en éste espectáculo. Por ejemplo, Ximena Romero, encargada de la performance en las primeras cuatro funciones, deja las cuatro restantes en manos de Gabriela Rodríguez, y brinda la interesante posibilidad de una segunda interpretación.
“A orillas del silencio” sorprende. Cuando empezaba a aburrirme con las danzas, brindó un grito, un shock tenso. Cuando comenzaba a estar imbuido en la poesía y el juego hipnótico de la performer, el espectáculo finalizó, dejándome con ganas de que todo siguiera y siguiera toda la noche, como si se tratase de aquella obra totalmente imposible de Víctor Hugo.
“A orillas del silencio” inspira desde la kinesis, desde el movimiento y el gesto, y llega más allá de lo teatral. Se trata de un espectáculo recomendable para disfrutar, y de paso, invocar a una Pizarnik opuesta a la poeta maldita mitificada, una Pizarnik que bucea a través del silencio y nos brinda vida. Vida siempre necesaria, ya que como todos sabemos, las “palabras no hacen el amor” y el teatro tampoco, pero siempre son de ayuda para nuestros cuerpos.
A orillas del silencio- Obra coreográfica basada en poemas de Alejandra pizarnik- Dirección: Ximena Romero
A orillas del silencio- Danza- Dirección: Ximena Romero
“Palabras que vuelan hacia el vacío”- Por Silvia Sánchez Urite
La obra coreográfica es para una sola bailarina que despliega su ser en escena.
Basada en textos de la poeta Alejandra Pizarnik, una pantalla refleja parta de los textos que la bailarina enuncia, balbucea. Cabe destacar que la poeta se suicidó, situación que está mostrada de forma metafórica.
Su cuerpo se tensa en angustia, violencia, sinsentido. Los poemas avanzan, cubiertos de lluvia.
La obra es de danza contemporánea, dirigida y protagonizada por Ximena Romero, intérprete que cuenta con un abultado curriculum, aquí y en el exterior.
La consigna es llevar las sensaciones, los estados de Pizarnik al cuerpo. Y lo logra, con sutileza y fuerza a la vez. Una fuerza que emerge de la femineidad. La bailarina se arrastra, para luego volar, como las palabras de Pizarnik se hunden en el vacío, y escribe con súbita avidez palabras impronunciables.
“Palabras que vuelan hacia el vacío”- Por Silvia Sánchez Urite
La obra coreográfica es para una sola bailarina que despliega su ser en escena.
Basada en textos de la poeta Alejandra Pizarnik, una pantalla refleja parta de los textos que la bailarina enuncia, balbucea. Cabe destacar que la poeta se suicidó, situación que está mostrada de forma metafórica.
Su cuerpo se tensa en angustia, violencia, sinsentido. Los poemas avanzan, cubiertos de lluvia.
La obra es de danza contemporánea, dirigida y protagonizada por Ximena Romero, intérprete que cuenta con un abultado curriculum, aquí y en el exterior.
La consigna es llevar las sensaciones, los estados de Pizarnik al cuerpo. Y lo logra, con sutileza y fuerza a la vez. Una fuerza que emerge de la femineidad. La bailarina se arrastra, para luego volar, como las palabras de Pizarnik se hunden en el vacío, y escribe con súbita avidez palabras impronunciables.
A Orillas del Silencio
Performance-Dirección-Coreografía: Ximena Romero Video-poemas: Carola Reboredo Música original: Miguel Rausch Diseño de iluminación: Eduardo Safigueroa Diseño de vestuario: Maria Fridman Colaboración artística: María José Trucco Arte gráfico: Corina Coria Foto y vídeo:Leonardo Neumann. Prensa: Simkin y Franco.
“la casa mental
reconstruida letra por letra
palabra por palabra
en mi doble figura de papel
atraviesa el mar de tinta
para dar una nueva forma
a un nuevo sentimiento
abre la boca
verde de sin raíces
la palabra sin su cuerpo
un nuevo orden musical
de colores de cuerpos de excedentes
de formas pequeñas
que se mueven gritan dicen nunca
la noche dice nunca
la noche me pronuncia
en un poema”
Esta obra surge luego de un extenso trabajo de investigación de la artista Ximena Romero y la psicoanalista Silvia Weitzman, partiendo del texto “Dificultades barrocas” de Alejandra Pizarnik, tratando de decir con el cuerpo, hablar con el movimiento, con el silencio, o en un grito de desgarro, de incorporar la palabra para poder expresarla, jugar entre estos dos mundos, para unirlos y comunicar; a veces no hay nada qué decir y se habla y otras veces hay tanto que decir… y ese decir es de otro y me apropio de ese texto, lo decoro, lo interpreto, me atraviesa y lo expulso a través de mi cuerpo, de mis sentidos , de mi arte y mis aconteceres, lo muevo en mis brazos, baila en mi y lo entrego…
Es una obra de teatro físico, el trabajo está en la frontera entre el teatro y la danza. Durante el primer mes la performance la realiza Ximena Romero y el segundo la llevará a cabo la bailarina Gabriela Rodriguez, quien ha recibido el material ya investigado de su colega, haciendo que sea en un punto un traspaso de subjetividades, para que luego su cuerpo tome la palabra. La música ayuda a crear el clima abismático que proponen las letras de Pizarnik, los submundos, el pensamiento que se apodera, envuelve en paisajes oscuros y encarcela como un reloj, a la vez que explora lo inabarcable. Las luces por momentos siguen este proceso, se juega con las sombras, se crean cuadros, y por momentos no se entiende tanta luminosidad en el escenario. Se proyectan video-poemas, con imágenes simples y palabras fuertes, que se repiten, resuenan; una buena combinación para esta poesía cruda y surreal.
http://www.asalallenaonline.com.ar/teatro/criticas/4231-a-orillas-del-silencio.html
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